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sábado, 2 de marzo de 2024

El Compromiso en las Artes Marciales.

9º Principio
El Karate es para toda la vida.

Reza el noveno principio de las 20 Máximas de Funakoshi: “el aprendizaje del Karate es para toda la vida” (Karate no shugyo wa issho de aru) o como me gusta decir a mí de manera más sucinta “el Karate es para toda la vida”. 

Este precepto, tan simple y claro, se me antoja el menos seguido de cuantos promovió el fundador de nuestro Arte. 

Todos los que llevamos años tanto en la enseñanza como entre el alumnado hemos visto entrar y salir de nuestro Dōjō a decenas y decenas de karatekas que, por un motivo u otro, han decidido abandonar la práctica. Unos porque se dan cuenta de que no les llena lo suficiente, otros por incompatibilidades con sus compromisos personales, algunos por los estudios o por el trabajo y hasta los hay que simplemente deciden cambiar de disciplina.

Lo cierto es que, por una cosa o por otra, la mayoría... la inmensa mayoría de hecho, dejan de hacer Karate Dō o el Arte Marcial que decidieron practicar en algún momento de su vida para no volver jamás. Y es que, como decía al principio de este escrito “el Karate es para toda la vida”, pero muchos no llegan a darse cuenta.


Las Artes Marciales son en realidad muy selectivas.

“Muchos son los llamados, pero pocos los elegidos” suele decirme mi maestro de Goshin y buen amigo Eduardo Pardo Sensei. Y así es; de niño muchas personas comienzan a recibir clases de Karate (o Judo, Taekwondo, Aikido o cualquier otro Arte Marcial), para pasados unos meses o años abandonar al maestro y dejar las clases. Los hay también que inician su andadura por este mundo marcial tras la adolescencia e incluso en la edad adulta, pero tarde o temprano llega el desánimo y la apatía e inevitablemente el abandono.


Las crisis en la vida de un karateka.

Se dice que existen diferentes momentos de crisis según el cinto que se ostenta en cada momento. Podríamos colocar el blanco como el primer escalón; es el momento en el que se empieza y en el que muchos se dan cuenta de que eso no es para ellos. 
Otro momento difícil suele venir con la llegada del cinto verde. Es un grado en el que ya se sabe algo, y aunque la disciplina les ha llenado y satisfecho en cierta medida, puede no haber sido lo suficiente. 
La obtención del cinturón negro (Kuro Obi) es para bastantes practicantes el momento de pensar que ha llegado la hora de dejar la actividad, pero aunque se suele decir que “el cinto negro es un blanco que no se rindió”, en muchas ocasiones es aquí donde se abandona definitivamente. Esto ocurre especialmente cuando se toma el Kuro Obi como fin último y no como un paso más del camino ().


Hay alumnos y hay budokas.

Yo he conocido y entrenado con miles de karatekas y artistas marciales de otras disciplinas que, tarde o temprano han desaparecido del tatami. Algunos, grandes técnicos y/o competidores con buenos palmarés, pero que en cuanto la fase deportiva de su Arte Marcial ha acabado, su compromiso con el “deporte” que practicaban también lo ha hecho.
Un maestro de Karate me dijo una vez que él tenía alumnos que le ayudaban a tener discípulos, entendiendo alumnos como “clientes”. Y parece que el tiempo le ha dado la razón. Definitivamente, no todos los alumnos se implican de igual manera. No todos los alumnos experimentan la misma entrega y es que, como expresa un viejo dicho “cuando el alumno está preparado, llega el maestro” (y no todos llegan a estarlo).


El compromiso de las Artes Marciales.

Las Artes Marciales son duras, y no solo físicamente. Son ante todo, compromiso. Y este extremo es el que no suele estar dispuesto todo el mundo a afrontar.
El Karate es compromiso con la disciplina en sí, pero también con el club al que perteneces (no olvidemos que un Dōjō o un club de Artes Marciales no es un simple gimnasio donde uno va a ponerse en forma sin más). Es compromiso con tus compañeros, con el grado que ostentas y desde luego es compromiso con tu maestro, quien probablemente ha dado de sí todo lo que estaba en su mano para transmitir sus conocimientos y motivar a sus alumnos.


Mi compromiso con el Karate Dō y con las Artes Marciales.

Primero de marzo de 2024: se cumplen 42 años de práctica de Karate Dō Shōtōkāi en la escuela del maestro Herbert. Desde aquel lunes de la primavera de 1982 en el cual comencé mi andadura por el mundo de este gran Arte Marcial, mi compromiso con el Karate en particular, y más adelante con las Artes Marciales en general ha sido firme y constante. 

Después de más de media docena de intervenciones quirúrgicas para poder seguir con mi práctica diaria (en unos días vuelvo a entrar en quirófano), y de decenas de lesiones (unas curadas y otras crónicas), aquí sigo intentando aprender de mis compañeros, alumnos y maestros de otras disciplinas como el Judo, el Aikidō, el Goshin Jutsu o el Tai Jitsu para incorporar tales conocimientos a mi Karate.
Definitivamente, el compromiso con las Artes Marciales es necesario para cualquier budoka

Con el maestro Cáceres y algunos de mis alumnos en mi 42º aniversario (1-3-2024).
Raúl Cabral.

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