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martes, 16 de febrero de 2021

El Eku (Remo).

El Eku o Eku Bo (también escrito eiku, ekku o ieku) es un arma de Kobudo originado en Okinawa a partir del remo usado por los pescadores japoneses en la antigüedad. En realidad, el nombre hace referencia al tipo de madera utilizada en su manufactura. De 160 cm de largo -unos 3 cm de diámetro en el mango y unos 10 cm en el ancho de la pala- dicho remo fue reconvertido en arma para defenderse de otras más convencionales como la Katana. Se dice que el Eku representaba a la Naginata o alabarda (la zona ancha en sustitución de la cuchilla de la citada Naginata). El Eku, fabricado generalmente de maderas duras pero poco pesadas, termina ligeramente en punta y los lados de la paleta son algo distintos; uno es curvado y el otro tiene forma de cresta.

Generalmente, el Eku se comienza a aprender a usar tras cierto manejo previo del Rokushakubo (coloquialmente conocido por Bo), que es el bastón largo, más ligero que aquél. Al contrario que el Bo, el Eku tiene el centro de gravedad desplazado, con lo que su manejo es considerado más difícil. Debido a su asimetría, en su uso se dan más técnicas de ataque que de defensa. Muchos de estos ataques buscan imprimir un gran impulso en las técnicas de trayectoria circular. La cuchilla también se usa para crear presión en el aire de modo que el remo adquiera una mayor aceleración. Como curiosidad podemos apuntar que los pescadores, cuando luchaban en la playa, podían arrojar arena a los ojos del oponente con el extremo de la paleta, y cuando estos levantaban la cabeza para eludir la arena, se encontraban con infinidad de golpes dirigidos al cuello aprovechando esa circunstancia.

Para ilustrar esta entrada, adjunto un vídeo en el que realizo una humilde ejecución del Kata de Eku que me mostró hace unos años el maestro de Karate Do Goyu Ryu Miguel García, uruguayo de nacimiento y español de adopción.

Raúl Cabral.

miércoles, 3 de febrero de 2021

10 Aspectos de las Artes Marciales como Herramienta Educativa.

Hace no mucho, el maestro Juan Antonio García (5º Dan de Karate Do) escribió el siguiente artículo sobre los beneficios de las Artes Marciales para con la educación de nuestros pequeños. Espero sea del interés de los lectores de esta página.


10 Aspectos de las Artes Marciales como Herramienta Educativa:


Las Artes Marciales se desarrollaron inicialmente para la guerra y el combate, pero con el tiempo se han ido reinventando como una forma de contribuir al desarrollo y a la educación integral de las personas, lo que las ha llevado a ser populares entre los más jóvenes. En este contexto y con esta finalidad educativa, las Artes Marciales se han destapado como una excelente herramienta para contribuir a un desarrollo armónico del niño, a la adquisición de valores y a la socialización y adquisición de habilidades para relacionarse con los demás. Pero, ¿por qué son las Artes Marciales una gran herramienta para la educación integral de los niños? Nos disponemos a citaros 10 aspectos de las artes marciales que contribuyen a esta finalidad educativa:


1. Valores y normas de comportamiento

La educación en valores es un concepto que está presente de forma permanente en todos los ámbitos relacionados con la enseñanza y el desarrollo de los niños y la formación de la personalidad para que lleguen a ser buenas personas en el futuro. El respeto, la humildad, la cortesía, el agradecimiento, la no violencia, etc... son considerados fundamentales en la educación de los niños, pues suponen elementos básicos para la convivencia, y son precisamente algunos de los valores fundamentales que se relacionan con las artes marciales. ¿Se os ocurre un contexto más apropiado para fomentar estos valores que una clase de Artes Marciales?


2. ¡Saludo! Externalización de los valores

Bueno, contestando a la pregunta anterior, alguien podría apuntar (no sin razón) que estos valores pueden estar presentes también en cualquier práctica deportiva y que no son exclusivos de las
Artes Marciales. ¿Qué las hace entonces especiales en este sentido? Pues que en un partido de fútbol o en un entrenamiento de voleibol estos valores están implícitos, es decir, forman parte de la práctica, pero esto no se pone de manifiesto externamente. Sin embargo, en una clase de Artes Marciales los valores no solamente están presentes de manera implícita, sino que se manifiestan explícitamente en multitud de ocasiones: en cada saludo al compañero o al maestro o a los maestros de antaño, en la forma de sentarse, en el orden de la fila, en los rituales y verbalización del agradecimiento al final de clase…… y un largo etcétera.


3. Un artista marcial siempre se comporta como tal

Suelo decir a menudo a mis alumnos más pequeños frases como “Un karateka nunca, nunca, nunca pega”. ¿Os imagináis a un profesor de tenis diciendo a sus alumnos “un tenista nunca, nunca, nunca pega”? Suena raro, ¿verdad? Evidentemente, el profesor de tenis no permitirá que sus alumnos se peleen en clase, y desaprobará que lo hagan fuera, pero el comportamiento del alumno como tenista se circunscribe al lugar y horario de práctica. Esto no ocurre con las Artes Marciales. Un artista marcial lo es 24 h. al día, y debe comportarse como tal siempre: en el tatami, por supuesto, pero también en casa, en el colegio, en la calle… Lo que se aprende con el maestro de Artes Marciales se aplica en todo lugar, en todo momento y, con suerte, durante toda la vida.


4. ¡Las artes marciales son divertidas!

Bueno, ¿y qué? ¿qué tiene esto que ver con la educación? Pues… ¡todo! Educar consiste en transmitir. El maestro emite un mensaje y el alumno lo capta y lo asimila…… ¿o no? Todos hemos estado en el colegio, el instituto y la universidad en clases aburridas, de esas en las que llega un momento en el que no se escucha al profesor. El maestro emite un mensaje, pero no llega al alumno. Sin embargo, cuando uno se divierte, cuando está disfrutando haciendo algo, pone en ello los cinco sentidos. No es que el mensaje llegue, es que estamos deseando recibirlo y hacerlo nuestro. Por eso el juego, siempre al servicio del propio Arte Marcial, puede (y tal vez debe) ser una parte fundamental de cualquier proceso educativo o de enseñanza-aprendizaje y, por lo tanto, de las clases infantiles de Artes Marciales.


5. La disciplina: cada cosa tiene su momento

“Hola, Maestro. Le traigo al niño porque es muy inquieto y necesita disciplina”. ¿Cuántas veces habrá ido un padre o una madre con esta idea a una escuela de Artes Marciales? Pues no van desencaminados en absoluto. Generalmente, los ejercicios marciales requieren de gran nivel de coordinación y precisión, lo que obliga al alumno a aumentar considerablemente el grado de concentración y de atención. Es verdad que la práctica le ofrecerá momentos en los que pueda dejarse llevar por sus inquietudes y ser más creativo, pero también habrá muchos otros en los que se le exigirá guardar la compostura y actuar acorde a unos patrones determinados por el correcto desarrollo de la clase. El alumno, por tanto, aprenderá a distinguir estos momentos y a someterse, cuando es necesario, a la disciplina del grupo.


6. El esfuerzo tiene premio: los cinturones

Uno de los cambios fundamentales en la evolución de las Artes Marciales de sistemas de combate a procesos educativos fue la instauración de los grados. ¿Qué supone esto para la enseñanza con niños? Pues, que el proceso de aprendizaje se divide en pequeñas etapas, que hacen a los alumnos tener claro qué deben aprender y tener un objetivo a corto plazo. Esto supone una excelente motivación y además deja claro al alumno lo que se espera de él en cada momento, en qué debe centrarse para progresar y, sobre todo, ¡que el esfuerzo tiene recompensa! Para mí es fundamental fomentar entre mis alumnos la capacidad de trabajo y hacerles ver que el esfuerzo y la constancia son sus principales armas para conseguir todo lo que se propongan, en cualquier ámbito de sus vidas. Creo, personalmente, que este es uno de los mensajes más valiosos que puedo entregarles.


7. Relación con los compañeros a través del contacto físico


Agarrar, tirar, empujar, golpear, derribar, arrastrar, forcejear, proyectar, chocar…… todos estos verbos describen situaciones que se dan constantemente en las clases de Artes Marciales. Y suponen una interacción física, pero también emocional con los demás, en un ambiente en el que es absolutamente imprescindible el respeto y la complicidad, pues de otro modo los alumnos estarían en un permanente conflicto entre sí. Se aprende así a confiar, sabiendo que no hay malas intenciones, y la relación con el compañero se vuelve, de alguna manera y a través del contacto físico, más íntima, más personal. La práctica en parejas favorece aún más esta intimidad, que se va adquiriendo con cada uno de los compañeros con los frecuentes cambios de pareja. Al fin y al cabo, uno no deja que le agarre, le empuje o le golpee cualquiera ¿verdad?


8. Confianza y seguridad en uno mismo

Practicando Artes Marciales, el niño no solamente aprende a confiar en los demás, sino también en sí mismo. Enfrentarse a los compañeros o asumir los retos de un examen, por citar situaciones descritas en los puntos anteriores, suponen un desafío que, una vez superado, les demuestra de lo que son capaces. Y sentirse capaz de manejar estas situaciones es muy importante. En estos tiempos muchos padres pretenden que sus hijos aprendan a defenderse en las clases de Artes Marciales, incluso como medio para combatir en bullying. Aprender a reaccionar en situaciones extremas, incluso para los adultos, es muy complicado. Pero un niño con autoconfianza seguramente podrá afrontar estas situaciones de forma más adecuada que si no se siente seguro de sí mismo. Sentirse seguro y capaz de enfrentarse a problemas y actuar para solucionarlos dará al niño una estabilidad emocional que le ayudará en cualquier situación adversa que se le presente, ya sea una agresión verbal o física, una mala decisión que tiene consecuencias, un problema con los estudios, etc…


9. Desarrollo psicomotriz integral

Hasta ahora hemos abordado los aspectos sociales y emocionales de la educación, pero no debemos olvidar que no solo la mente de los niños está en desarrollo, sino también su cuerpo, y éste es parte también del proceso educativo. Tanto es así que cuestiones que suelen tratarse en la Educación Física como la lateralidad, el esquema corporal o la percepción espacial y temporal afectan de forma determinante a procesos como la lectura y la escritura, por ejemplo. Cuando hablamos de psicomotricidad, que es el concepto a desarrollar en edades tempranas, nos referimos a controlar el cuerpo, a coordinar los miembros superiores e inferiores e identificar en qué posición están en cada momento, a trabajar con ambos lados, a mantener el equilibrio, a respirar adecuadamente, a reaccionar ante un estímulo, a aprender a moverse en el espacio y en relación a otros… ¡todo eso es justo lo que trabajamos con las Artes Marciales!


10. Cualidades físicas, una mejor calidad de vida

Pero cuando los niños empiezan a hacerse mayores, se hace necesario también el trabajo de la condición física para establecer unas bases sobre las que asentarse en un futuro. ¿Es importante estar fuerte, ser rápido, aguantar mucho tiempo un esfuerzo, ser flexible, etc…? Pues, para las Artes Marciales todo esto es importante, por supuesto, pero para la vida diaria, también. La calidad de vida de una persona viene determinada por muchos factores pero desde luego, disfrutar de un corazón fuerte y sano, no tener dolores de espalda o subir y bajar escaleras sin necesidad de parar a recuperarse en cada descansillo son algunos de ellos. Por eso, desde la infancia tardía y la pubertad conviene empezar a construir una buena condición física y precisamente las Artes Marciales trabajan todas las cualidades. ¿En qué clase de Artes Marciales no se trabaja la fuerza, la velocidad, la resistencia o la flexibilidad?

Por esto, por los nueve puntos anteriores y por muchas cosas más, las Artes Marciales son sin lugar a duda una de las mejores herramientas educativas a nuestro alcance. De todos (padres, maestros y alumnos) depende que las clases infantiles de Artes Marciales consigan finalmente el objetivo propuesto: contribuir a la educación y al desarrollo integral del niño.


Juan Antonio García Ruiz (2018).