Katana en su Katanagake (soporte). |
Partes de la hoja de una Katana. |
El principal rasgo que distingue a un sable de otro es la longitud. En el país del Sol Naciente se usa la pulgada japonesa (shaku) para medirlos, aunque varía de la antigüedad (un shaku=35,45 cm) al Siglo XIX (un shaku=30,3 cm). Aun así, podemos decir que el Odachi mide algo más de tres shaku (90,3 cm), la Katana supera los dos shaku (60,6 cm) y el Wakizashi está entre uno y dos shaku (30,3 a 60,6 cm).
Tanto la Katana como el resto de espadas japonesas solían ser forjadas por varios artesanos (de 6 a 8), y cada uno se ocupaba de una tarea; desde el forjado hasta el lacado pasando por la manufactura de los accesorios. La forja, afilado y pulido de una de estas espadas podía llevar meses, y la materia prima era, naturalmente, el acero japonés (Tamahagane). Una Katana solía estar hecha por dos aceros diferentes que le conferían dureza y flexibilidad.
Se dice que la Katana procede del Tachi o espada larga usada fundamentalmente por la caballería, pero también hay versiones que dicen que su origen se encuentra en la sasuga, que era un cuchillo que los guerreros de infantería de la era Kamakura portaban como arma de repuesto junto a su lanza. Las Artes Marciales que estudian el manejo de la Katana son por un lado, el Kenjutsu (esgrima japonesa) y por otro, el Iaido, el Iaijutsu y el Battōjutsu (artes de desenvaine y envaine).
El Nagamaki (“larga envoltura”) es un sable japonés popular entre los siglos XII y XIV. Su hoja era similar a la de la Katana, pero variaban mucho. Su rasgo principal era su larga empuñadura o shuka, que podía medir unos 75 cm, mientras su hoja no superaba en ocasiones los 60 cm. Actualmente es considerado más un objeto de coleccionista que de uso en Artes Marciales.