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sábado, 16 de septiembre de 2023

Otras Armas de Kobudo: el Kama y el Kuwa (I).





El 
Kama es un arma original de la isla japonesa de Okinawa usada entre las muchas armas existentes de Kobudo y con un origen claramente campesino. Su uso se extendió tanto en la famosa isla, hoy en día japonesa, como en China. Entre sus técnicas destacan bloqueos, cortes y estocadas.



Como vemos en la imagen de arriba, se trata de una pequeña hoz que era usado para segar cereales en el campo y cuya curvatura, al contrario que en Occidente, empieza en el mismo mango. Una variante de este arma es el Kusarikama o Kusarigama, que consiste en unir al final del mango del Kama una cadena o cuerda de 1 a 3 metros de longitud con un peso -Omori- en su extremo con forma de esfera o de cono de unos 3 a 5 cm.





Por su parte, el Kuwa es una azada utilizada en agricultura consistente en una lámina o pala cuadrangular de metal con un lado cortante y otro provisto de un anillo donde se coloca el mango formando un ángulo ligeramente agudo.

Al igual que el Kama Jutsu, el Kuwa Jutsu evolucionó del manejo de una herramienta agrícola a un arma de Kobudo okinawense, usándose técnicas muy similares a las de cavar, remover, cortar o aplastar que se hacían con el Kuwa en el campo.

Como con otras tantas armas de Kobudo, fue el maestro Matayoshi quien configuró en Okinawa un programa de entrenamiento y de técnicas para el Kuwa.

Raúl Cabral.

viernes, 1 de septiembre de 2023

El Aprendizaje del Karate es Para Toda la Vida.


Gichin Funakoshi
dijo en su noveno precepto que "el aprendizaje del Karate es para toda la vida” (
Karate no shugyo wa issho de aru).

Con dicha frase, el fundador del Karate moderno quería expresar que no solo con unos años de práctica es suficiente para conocer tan extenso Arte Marcial. Quizá un aprendizaje superficial sí es posible en unos años, pero el Budo en general y el Karate Do en particular no pueden abarcarse en una sola existencia.

La Senda (Do) de esta disciplina es de por vida, es ilimitada. Se dice que no existe un solo punto que señale la terminación del entrenamiento en Karate. Siempre hay un nivel más elevado. Por ello, los practicantes pueden entrenar durante toda su vida mejorando y aprendiendo indefinidamente.

En los inicios, el principiante -Kohai- solo rasca la superficie. Aprende e intenta, muchas veces torpemente, hacer las técnicas lo mejor que puede. 

En una etapa intermedia, el ya menos principiante se va dando cuenta de sus defectos técnicos y de lo poco que en realidad sabe. Esto es ya un gran avance. Suele ocurrir a partir del cinturón marrón o negro.

En el nivel avanzado, el karateka es consciente de sus logros y de su técnica más depurada, se alegra de sus triunfos y empatiza con los compañeros que no alcanzan su nivel. Puede igualmente ayudar a otros a mejorar. Muchos practicantes se dan por satisfechos llegando hasta aquí, y es lícito.

El auténtico karateka es en este punto donde se da cuenta de que el Camino, la Senda, el Do en definitiva es de por vida. No tiene fin. Y sabe que debe mejorar día a día, aunque adaptándose a las distintas etapas de la vida y a las circunstancias de cada uno.

A lo largo de mis años de práctica he conocido a miles y miles de alumnos, budokas y practicantes de este hermoso arte que han disfrutado, entrenado e incluso brillado con luz propia, pero que finalmente han abandonado la práctica por diversos motivos (estudios, familia, final de la vida competitiva...). 
De los años 80 a la actualidad solo quedamos un puñado de karatekas del Club Herbert que sigan la Senda. Es triste para mí pensar en ello, aunque también es motivo de alegría recordar que tantos compañeros se han llevado consigo algo de su práctica con nuestro querido maestro y a su vez han dejado una parte de ellos antes de marcharse.

El vídeo que comparto a continuación es un breve resumen de mi experiencia en las Artes Marciales, y sobre todo en el Karate, gracias al cual uno es lo que es hoy en día. 

Aprovecho para agradecer sus enseñanzas a Herbert Albert Sensei, su entrega a mi Senpai Javier Juliá (a quien vemos repetidas veces en las imágenes), a mis alumnos, a mis compañeros de tatami y al resto de mis maestros en estos 41 años de Artes Marciales y de Karate Do.

No lo olvidemos: el Karate es para toda la vida (dentro y fuera del Dōjō).

Raúl Cabral.